Según los analistas, entre los factores de la depreciación que la divisa estadounidense ha experimentado en las últimas semanas, están las expectativas del mercado sobre una flexibilización aún mayor de las políticas monetarias del banco central de Estados Unidos, así como la decreciente rentabilidad de los bonos del Gobierno estadounidense que han llevado a los inversores a deshacerse del dólar. Hoy en día, sin embargo, parece que el dólar ha tocado fondo y los inversores ya no están dispuestos a permitir una depreciación aún más pronunciada. Por tanto, muchos de ellos abandonan sus posiciones cortas en el mercado financiero cambiándolas en el caso de la divisa estadounidense por las largas.
El mercado ha reaccionado con cautela también frente a la relativa reactivación de la industria manufacturera que ha experimentado en julio un notable mejoramiento del humor. La próxima evolución del dólar dependerá en gran medida también de los datos que arroje el mercado laboral estadonidense en el mes de julio. En junio, el nivel de paro registró un importante descenso y se espera con impaciencia, si los datos de julio confirmen un giro o, por el contrario, demuestren que los resultados de junio fueron tan sólo una variación a corto plazo.
